El paraíso de cada corazón El día 22 de marzo tuvimos la fortuna de visitar el Hogar el Paraíso. Nuestra experiencia inició desde antes de llegar a aquel hermoso lugar, cuando estábamos haciendo la preparación previa, y planeando las actividades para hacerlos sentir de la mejor manera posible; fue ahí cuando descubrimos la importancia de ponernos en el lugar del otro, pensando cual sería la mejor manera de conectar con ellos y hacerlos sentir cómodos. Al principio tuvimos incertidumbre acerca de la reacción que tendrían al ver lo que les teníamos preparado, sin embargo decidimos dar lo mejor, ir con una buena actitud para ellos, y evitar cualquier tipo de predisposición. Cuando llegamos al hogar teníamos varias emociones encontradas, felicidad, emoción y nostalgia al saber que podríamos hacer de esa tarde un momento especial e inolvidable para ellos. En el transcurso de la tarde estas emociones se fueron intensificando al ver que todo salía mejor de lo que esperábamos, pues
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UN SOLO CAMINO
Pienso que la vida me ha dado todo, y también me lo ha quitado todo. Me ha enseñado y me ha hecho olvidar. La vida me ha mostrado como la luna ilumina el camino, el sol llena de energía y después como un ascensor la vida misma te la puerta, se te ríe en la cara y te deja vuelto mierda en el piso, haciéndote saber lo poca cosa que eres, lo inútil que fuiste y que sigues siendo, lo débil que se vuelve tu cuerpo cuando le quitan algo que considerabas valioso, pero que en realidad nunca lo tomaste así porque no lo valoraste, sólo lo tuviste entre las manos y dejaste que se acercara a ti para luego tener que enterrar lo único visible que quedaba, como si la tierra ocultara todo el pasado y los afanes que quedan por no actuar, o sencillamente por no abrir los ojos y vivir.
Elvia Maria Garcia Cardona
Elvia Maria García Cardona Es imposible ser indiferentes ante la cara de expectativa que se le genera al otro cuando ve llegar a alguien que no conoce, a quien espera sea su alivio, su respiro y su aliento en un momento de dificultad. Estábamos allí, en aquel lugar que lleva el pasado en su fachada, sin más esperar y con el arraigo definitivo de entrar en la habitación, en una de tantas que dibuja alegrías, historias bonitas, pero también desdicha e infelicidad, la encontramos a ella, expectante y dispuesta a tener un segundo de felicidad, un minuto de armonía, para vencer una vida de monotonía en las cuatro paredes de su habitación. Elvia, de presencia cálida y un brillar de ojos tristes que acompañan su tibia sonrisa, de voz sincera y nostálgica en cada una de las palabras que hace parte de sus historias, como la de su vida que conserva con extrañeza en su memoria, de cómo poco a poco la guerra y le enfermedad la separaron de su hogar, nos mira como si fuéramos nuevos vecinos o
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